Las personas con discapacidad normalmente tiene escasas relaciones personales y sociales, por lo que la figura del voluntario tutelar favorece la existencia de este tipo de relaciones y hace visible a la persona con discapacidad en la sociedad: en la calle, en el trabajo, en centros deportivos, etc.
Las personas voluntarias con que cuenta la Fundación, colaboran en el apoyo al ejercicio de la capacidad jurídica de las personas con discapacidad intelectual que tutela. La persona voluntaria acompaña a la persona con discapacidad intelectual que se le asigne, en su proyecto de vida personal, para favorecer el aumento de su red social, potenciar sus capacidades y su participación en entornos normalizados para, en definitiva, mejorar su calidad de vida.